La relación con mamá es el primer lazo que nos une a la vida. Ella es nuestro primer espejo, a través de ella aprendimos lo que era el amor, el cuidado y la pertenencia… pero también, muchas veces, conocimos la ausencia, el silencio o la exigencia.
Sanar ese vínculo no es buscar culpables, sino mirar con amor lo que dolió. 🌸
Muchas veces ese espejo se encuentra roto, nuestras madres hicieron lo que pudieron desde su propia historia. Cargaban heridas no resueltas, repitiendo patrones que también heredaron. Como hijas, quizás sentimos que no fuimos vistas o que debíamos ser fuertes para merecer amor.
Y así crecimos, llevando dentro una niña que aún espera ser abrazada.
Sanar con mamá no siempre significa hablar con ella, sino reconciliarnos interiormente con lo que fue. Aceptar que nuestra madre real —con sus luces y sombras— fue perfecta para el alma que somos hoy.
Cuando soltamos la expectativa de tener una madre ideal, algo dentro se acomoda. El cómo es muchas veces los que nos cuesta, como poder ver a nuestra madre con todas sus luces y sombras cuando aún tenemos rencores y culpas.
Las constelaciones familiares y los ejercicios sistémicos son una forma de abordarlo, y así podremos sanar con mamá y poder también sanar la vida.
Es permitir que el amor vuelva a fluir, sin condiciones ni reclamos.
Y en ese flujo, recuperamos algo esencial: nuestra libertad interior.
Te recomiendo comenzar escuchando a tu niña interior, escribiendo lo que nunca dijiste, o participando en una constelación familiar que te ayude a ver el vínculo desde otro lugar.
Porque cuando honramos la historia que nos trajo hasta aquí, dejamos de mirar hacia atrás con dolor… y empezamos a mirar hacia adelante con amor. 💫
Esa energía que estaba atrapada en el dolor comienza a transformarse en fuerza vital.
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